EL SECRETO DE LA FELICIDAD HUMANA

Psicólogo Vidmantas Grinčiukas
Probablemente cada persona se pregunta: “¿Soy feliz? ¿Qué necesito para ser feliz? Y si ya lo soy, ¿cómo puedo ser aún más feliz?” Buscamos la felicidad sin comprender su verdadero secreto. El fundamento de la felicidad se encuentra dentro del propio ser humano, en las profundidades de su subconsciente. Creo que muchas personas ni siquiera sospechan que la felicidad no debe buscarse en el exterior, sino en uno mismo.
Al observar más profundamente la psicología, emerge una tendencia: el ser humano es más feliz cuando es más consciente. Cuanto mayor es el nivel de conciencia, mayor es la felicidad. Dividiría la conciencia en siete niveles:
Primer nivel: Es el nivel más bajo de conciencia. Las personas en este nivel viven en el mundo sin percibir ninguna voluntad divina. Creen que son independientes y que controlan su vida por sí mismos, por lo tanto, para ellos, Dios no existe.
Segundo nivel de conciencia: Estas personas intuyen que no todo en la vida puede lograrse por cuenta propia. Reconocen la existencia de una fuerza que los influye, pero no aceptan que esa fuerza provenga de Dios. Creen más en los espíritus y en la magia, confían en chamanes. Son personas que visitan adivinos, llevan alcohol a los cementerios, hacen ofrendas a diversas entidades espirituales, etc.
Tercer nivel de conciencia: Es la comprensión de que existe una autoridad superior: los semidioses (en la tradición cristiana, ángeles y arcángeles). Los semidioses son entidades a través de las cuales el Señor establece su poder en el mundo material. Las personas rezan al ángel guardián, se inclinan ante el sol, veneran la tierra. Sin embargo, no se dirigen directamente a Dios.
Cuarto nivel de conciencia: Aquí las personas dicen que Dios está en todas partes, que Dios es este mundo, que Dios es la hermosa naturaleza. En parte tienen razón, ya que hablan de una forma indefinida de Dios. Sin embargo, no existe una relación personal entre estas personas y Dios.
Quinto nivel de conciencia: Surge con el sentido de conciencia, con la voz del corazón. Aparece cuando comenzamos a escuchar esa voz y entendemos que nos guía a través de la vida, y no es una reflexión racional. Es el nivel en el que las personas saben que Dios vive en sus corazones y buscan establecer una relación con Él, reconociéndose como almas inmortales.
Sexto nivel de conciencia: Este nivel comienza cuando ya se ha alcanzado el quinto nivel y se practica la oración diaria. Al hacerlo, nuestra conciencia se purifica y comenzamos a sentir el aliento de Dios en toda la creación. A través de esta práctica, recuperamos los vínculos perdidos con Dios.
Séptimo nivel de conciencia: Es el nivel más alto, desconocido para la humanidad, incluso para el mundo cristiano. Este nivel solo lo poseen las personas índigo, que viven con la visión pura e inocente de un niño y sienten las energías de Dios durante toda su vida. Al sentir estas energías, se identifican con Dios. A través de su interacción con las energías divinas, pueden realizar diversos milagros, ya que muchos índigo son logos de Cristo (cristales divinos). Este nivel es extremadamente complejo, pues se alcanza en un contexto superior a la conciencia humana. Los índigo viven desde la infancia sin pecado consciente, lo que les permite existir en el nivel más alto de conciencia. No tienen defectos humanos ni carácter humano. Su estructura psicológica existe sin ego humano (sin egoísmo). En este estado, son puros como cristales, y la energía espiritual que Dios les otorga es aquella en la que existen. En conclusión, los genios índigo son como recipientes vacíos llenos de la energía divina. Así, se identifican completamente con Dios.
Segunda parte: El ser humano y sus defectos
Psicólogo Vidmantas Grinčiukas
El ser humano, en realidad, es una criatura imperfecta, llena de defectos. Solo la raza de personas índigo se distingue de la humanidad por no poseer ninguno de estos defectos humanos. A continuación, menciono los tres mayores defectos del ser humano:
1. NECROFILIA, o amor por la muerte.
Es el amor por lo inerte, lo muerto, el deseo inconsciente de destruir, descomponer y no crear nada. Los ejemplos más notorios de personalidades necrofílicas en la historia de la humanidad son Stalin y Hitler. Las personas con tendencias necrofílicas se orientan hacia el poder, porque el poder es el medio para convertir a otro ser humano en un cadáver, obligarlo a obedecer. Todo gobierno se basa en la fuerza, y la fuerza es el instrumento para dominar. Las personas de tipo necrofílico preferirían perder la vida antes que perder el poder: el derecho a oprimir y matar. Estas personas “aman mortalmente” y “odian dulcemente”; para ellos, el mundo es “terriblemente hermoso” y la vida “cruelmente feliz”. Para ellos, el mundo es muy simple: existen solo “lobos” y “ovejas”, gobernantes y sometidos, asesinos y víctimas.
Las personas necrofílicas adoran los objetos, no a los seres humanos ni a los animales. Su mirada se ilumina al ver un coche o un arma. Se fascinan con cualquier tipo de máquina.
El necrofílico no vive en el futuro, sino en el pasado. Incluso sueña solo con el pasado: un pasado lleno de pesadillas y visiones materiales.
El opuesto del necrofílico es el biofilo — el amante de la vida.
Usted es un biofilo.
Usted vive para el futuro. Desea vivir, desea cambiar algo en su mundo y en el de los demás. Sabe que la vida no es solo la existencia del cuerpo. Incluso Jesús y Buda murieron; sus cuerpos murieron. Todos moriremos. Algunos en sufrimiento, otros quizás de forma rápida y sin dolor. Cada uno según su destino. Pero moriremos. Sin embargo, nuestro espíritu permanecerá. Algunos por más tiempo, otros por menos. Algunos solo en el círculo familiar, en los objetos que usamos o creamos; otros en la memoria de una parte mayor o menor de la sociedad (en la poesía, en ecuaciones matemáticas, en edificios, en parques plantados, etc.). Todos nuestros espíritus permanecerán, aunque no todos con la misma intensidad ni claridad. Así es la ley de la vida, y no se puede cambiar.
Pero el biofilo, como se mencionó, vive para el futuro. Aunque sea solo un pequeño fragmento — según sus fuerzas y capacidades — cambia algo, crea algo nuevo, se entrega a los demás. El biofilo vive en el espíritu, y cuanto más grande es ese espíritu, más inmortal se vuelve.
2. NARCISISMO, o admiración por uno mismo.
El narcisismo se manifiesta a diario. He aquí un ejemplo “suave”: un escritor se encuentra con un amigo y le habla largamente y con tedio sobre sí mismo — sus preocupaciones y logros. Finalmente, el escritor se da cuenta y dice: “Perdón, solo he hablado de mí. Hablemos de ti. ¿Qué te pareció mi último libro?”
Exceptuando a la raza índigo, todos los seres humanos, en mayor o menor medida, tienden a admirarse a sí mismos. Todos somos un poco egoístas.
3. Vínculos incestuosos simbólicos — el tercer gran pecado de la humanidad son los vínculos que normalmente no se perciben, o si se intuyen, se ocultan cuidadosamente. Son los vínculos con la madre, con la madre que nos dio a luz. Son los vínculos con la sangre, con la tierra natal, con la patria.
Genéticamente, “la madre es la primera fuerza personificada que protege al ser humano y garantiza su seguridad”, pero no es la única figura que protege. También están el padre, la familia, la nación. Está, finalmente, la humanidad y la historia misma. Según nuestro compatriota Vydūnas, existen “círculos del destino”. El círculo más cercano, condicionado genéticamente, es la familia. Es el que más influye en el ser humano. El segundo círculo es la nación, sus costumbres, cultura e historia. Y el tercero es toda la humanidad, toda su historia. Nuestros “genes” determinan quiénes somos — “lituanos”, “polacos”, “rusos”, “ingleses”, etc. Y además, hay algo que, más allá de la nacionalidad, nos hace “humanos”.
He mencionado tres defectos del ser humano. Usted, estimado lector, debe reflexionar sobre cuáles posee y cómo puede liberarse de ellos.
Querido lector, aspiremos a un alto nivel de conciencia, y con él llegará la felicidad que usted desea con todo su ser. Al volverse más consciente, disminuirá su carga de defectos, y con ello alcanzará la inmortalidad del alma en el contexto de la eternidad, en la existencia eterna.
Al continuar explorando el tema de la felicidad, explicaré qué es la mente y cómo funciona:
Su mente está compuesta por la conciencia racional y el subconsciente irracional. El ser humano piensa con la ayuda de la conciencia, y aquello en lo que piensa constantemente penetra en el subconsciente, que crea a través de los pensamientos. El subconsciente es el lugar de las emociones y la fuerza creadora. Si piensa en el bien, tendrá el bien. Si piensa en el mal, tendrá el mal. Así funciona la mente. Lo más importante que debe recordar es que el subconsciente comienza a realizar cualquier pensamiento que recibe. Lo interesante es que el subconsciente realiza tanto pensamientos buenos como malos. Los pensamientos negativos provocan decepción, fracaso, desgracia. Los pensamientos constructivos y armoniosos brindan salud, éxito y abundancia.
Los psicólogos y psiquiatras señalan que solo los pensamientos se transmiten al subconsciente, mientras que las impresiones nacen en las células cerebrales. El subconsciente funciona mediante asociaciones de pensamientos y utilizando todo el conocimiento acumulado. Libera su fuerza oculta, energía y sabiduría. Utiliza todas las leyes de la naturaleza para cumplir su tarea. A veces, la respuesta llega de inmediato; otras veces, hay que esperar semanas, meses o años...
Al concluir este tema sobre “el secreto de la felicidad humana”, quiero enfatizar que la verdadera felicidad le llegará con el sexto nivel de conciencia. Es decir, mediante la oración diaria en el mundo cristiano y otros esfuerzos de desarrollo espiritual, encontrará una armonía ideal con el mundo, con la naturaleza y con el entorno que lo rodea. Esta oración cotidiana debe ser muy pura — abierta y sincera.
El séptimo nivel de conciencia es inaccesible para la persona común, ya que requiere haber nacido con perfección espiritual. Solo la generación índigo nace así. La ciencia afirma que todos los recién nacidos son iguales — puros, limpios e inocentes — pero el bebé índigo tiene una conexión espiritual e intelectual directa con Dios, lo que lo distingue de los demás recién nacidos en sus características espirituales.
No es ningún secreto que la mayoría de la humanidad busca la felicidad en los valores materiales. Sin embargo, debo enfatizar que el ser humano nunca encontrará la felicidad plena en estos valores si no están en el plano de la logística espiritual.
Con respeto: Psicólogo Vidmantas